Haz que doble la pierna a fin de que puedas presionar tu clítoris contra su muslo: ¡dúchate al cielo!
Conoce tus propios límites y fronteras. Plantéate si lo que te proponen es demasiado extraño o bien ininteligible. Si te semeja así, dilo. No te abochornes en el momento de exponer tu opinión y te dejes llevar asustado.
