Sepa portarse acorde al sitio que vaya, educadamente
A lo largo de prácticamente veinte siglos hombres y mujeres cristianos vivieron angustiados por el dilema entre sus hormonas y su religión. Estaban hambrientos de sexo, follar les generaba placer y se atormentaban de culpa y remordimiento por este motivo. Tener sexo sin sentirse culpable era impensable…